Después de estar en el valle del río Grande durante casi dos semanas, mis compañeros de clase y yo hemos estado expuestos a la crisis fronteriza y los desafíos que enfrentan las personas en las ciudades fronterizas con respecto a la inmigración y la pobreza. Gran parte del contenido que aprendemos puede generar un impacto emocional, pero también tenemos la oportunidad de relajarnos y divertirnos durante los fines de semana. David, miembro de la junta recién formada del Servicio de Desastre Menonita en Texas, nos invitó a pasar la tarde en la cabaña de su hermana y su cuñado en la ciudad de Arroyo, que se encuentra un poco al norte de Brownsville, en el extremo este de Texas. La cabaña estaba ubicada justo al lado del río Arroyo y estaba rodeada de hermosa vida silvestre. David también había invitado a su familia y amigos, pero aun así fuimos bien recibidos por todos. La hospitalidad de David y su familia realmente me llamó la atención ya que nos trataron como si fuéramos parte de la familia a pesar de que era la primera vez que nos habíamos conocido.
David y su cuñado nos brindaron una gran variedad de actividades, como tubing que consiste en ser arrastrado en una cámara de llanta por una lancha, botes de remo y otros juegos. Además, se nos dio la oportunidad de viajar en el bote del cuñado de David. Estaba emocionada porque nunca había estado en este tipo de ambiente, considerando que he vivido en el noreste de Indiana toda mi vida. Hace mucho más calor en el sur de Texas y el agua también es cálida en comparación con los lagos de Indiana. Al mismo tiempo, pude vivir nuevas experiencias como lo fue montar un barco. Más allá fue una gran oportunidad para que el grupo de nosotros pasara tiempo juntos y conocernos mejor. El viaje a la cabaña fue más que bien merecido ya que el grupo se había esforzado y se sentía el cansancio físico de trabajar en la cerca de la Posada durante toda la semana.
Al llegar, David nos brindó bocadillos y bebidas, y un rato después, nos habían preparado una cena. Nos cocinaron frijoles charros y pan vaquero, el cual me gustó bastante. Los frijoles charros me trajeron recuerdos de mi mamá y fue algo nostálgico. Además de los frijoles charros, estaban por terminar de hacer mariscos, los cuales pudimos ver vivos antes de que fueran hervidos y luego aprendimos cómo comerlos. Nunca antes había comido mariscos así, pero fue interesante aprender sobre ellos. Muchos de los estudiantes estaban emocionados porque no es común comerlos así en Indiana y todos estaban intrigados por ver cómo se preparaban.
Mientras la familia de David nos enseñaba a comer cangrejos del río, algunos de nosotros aprendimos más sobre la cultura Tex-Mex. Nos hablaron de cómo luchan con el idioma español, porque hay ciertas palabras o jerga que no entienden. Al estar en el valle del río Grande, definitivamente me di cuenta de las diferencias entre la cultura mexicana en Goshen y la cultura mexicana aquí. Es bastante claro que se ha creado una cultura propia aquí en el río Grande, la cual es una mezcla de la cultura estadounidense y mexicana, que es a lo que todas las personas de aquí han estado expuestas. A diferencia de la población en Goshen, la cual la mayoría de inmigrantes es de primera generación, las personas aquí en el valle del río Grande han estado aquí durante décadas. Para terminar, diré que disfruté aprender sobre la cultura Tex-Mex en el sur de Texas y realmente me gusto haber conocido a David y su familia.
Creo que puedo hablar por todos y decir: Gracias, David, por abrirnos sus puertas y permitirnos ser parte de tu gran familia. Este día nos trajo tanta alegría y fue una experiencia inolvidable. ¡Gracias!
-Leslie Ortega, Goshen College clase del ‘24, licenciatura en salud pública